Khalil Gibran: el despliegue de su Sabiduría a través de las cartas a May Ziadah

Publicado el 26 de diciembre de 2025, 18:57

 

Kahlil Gibran (1883-1931) -el artista, escritor y poeta libanés mundialmente conocido por su obra capital The Prophet (El Profeta)- mantuvo una relación epistolar con la también escritora nacida en Nazaré (Israel), May Ziadah (1886-1941) durante casi veinte años. A raíz de la publicación de la novela de Gibran Broken WIngs (Alas Rotas, 1912), Ziadah lo contactó por carta con la intención de transmitirle sus impresiones, siendo aquel el inicio de una profunda amistad y un profundo vínculo de amor -se dice que- platónico, en tanto que nunca llegaron a conocerse en persona. Las cartas escritas por Gibran se han conservado íntegramente; en ellas, el poeta despliega de manera íntima su sentir, entregando respuestas al misterio de la vida. Muchos de los pensamientos reflejados en sus líneas conforman la esencia de lo que expresaría de forma extraordinaria en la obra que antes mencionábamos y que, según lo que el mismo poeta confiesa a May, le vino dada como una revelación: "El Profeta es mi renacimiento y mi primer bautizo, es el único pensamiento capaz de dignificar mi presencia ante la luz del Sol. Porque este profeta ya me había escrito a mí antes que yo intentara escribirle a él, y ya me había inducido silenciosamente a seguirlo por un camino de 7.000 lleguas antes de aparecer ante mí para dictarme sus deseos y sus inclinaciones". (p. 68).

Desafortunadamente, gran parte de las cartas escritas por May Ziadah no han visto la luz por propia voluntad de la familia. No obstante, hay que tener en cuenta que fue gracias a los miembros de ésta que las cartas de Gibran fueron publicadas, pero las de May suponían la exposición de cierto contenido emocional que, al ser escrito por una mujer, podría ser malinterpretado y rechazado por según qué entornos sociales. De hecho, May fue una activista vanguardista en el movimimento de liberación de las cadenas que las mujeres sufrían, y todavía sufren hoy en día, tanto en el país de su infancia, el Líban, como en el país donde residió gran parte de su vida, Egipto.

A continuación comparto algunas de las citas, a mi entender, más relevantes que Kahlil Gibran escribió a su confidente y amada. Las anotaciones entre claudátors son aclaraciones personales añadidas al texto original, y las referecias numéricas al final de cada cita corresponden a los números de página de la edición del libro traducida al catalán que he utilizado como referencia: " Kahlil Gibran. Cartes d' amor", cuya citación completa se encuentra al final del artículo.

" Es curioso que aceptemos los milagros de la tierra y del espacio, pero tendemos a no mirar los milagros forjados dentro de nuestras almas" (p. 99).

" Yo soy niebla que arropa, nunca llega a convertirse en agua de lluvia. Soy niebla que penetra los poros y el corazón de toda creación " (p.91)

"En el corazón de cada invierno, late una primavera. Detrás del velo de la noche hay una mañana sonriente" (p. 90).

En las tres primeras citas que propongo, el poeta libanés hace alusión a lo que él mismo denomina el "elemento translúcido", es decir, aquello que es sin ser visto ni percibido por los sentidos, aquello que nutre toda creación, el elemento que aviva la materia. En su enfoque sobre la Vida y el misterio que ésta alberga, los seres humanos formamos parte del corriente de energía inteligente que se despliega a través del universo. Y Gibran incita a May: 

"Interrogue al elemento translúcido, interróguelo en el silencio de la noche, cuando el alma se encuentra libre de sus grilletes [...] y él mismo le revelará los misterios de este profeta y los misterios de todos los profetas que le han precedido. Sé a ciencia cierta que hay suficiente resolución en el elemento translúcido como para que un solo átomo mueva una montaña. Podríamos imaginar este elemento como un cable, como una media para saber y conseguir tot aquello que anelemos y deseemos " (p. 69).

"El elemento translúcido que hay en nosotros se mueve y actúa sin [depender de] nuestro conocimiento [consciente]. Navega a través del firmamento [...], atraviesa campos, bosques encantados. Se trata de nuestro "Yo divino" [todo aquello que es divino es aquello que no es humano, es decir, de carne y hueso, de materia] (p.84).

 

De esta manera, el escritor interpela a aquello en nosostros que va más allá de nuestro cuerpo físico, es decir, a la luz que viaja a través de nuestros  circuitos electromagnéticos. En contraposición a este corriente de energía que se individualiza en cada cuerpo,  se halla lo que el poeta define como "El yo adquirido", es decir, el que  podríamos identificar con el ego, cuestionándose lo siguiente: 

"¿ Cuántas veces uno no se encuentra entre sus compañeros y amigos conversando, intercambiando ideas, compartiendo pensamientos y acciones [...] pero, en cambio, no logra trascender las limitaciones del yo adquirido en un mundo de apariencias? " (p. 118).

"Es que quizá el "Yo adquirido", aferrado a los intereses terrenales, puede inducir alteraciones y transformaciones en el Yo Innato que pertenece al Cielo?  Porque aquella Llama Azul brilla inmutable, transforma pero no puede ser transformada, impone pero no se le puede imponer nada [...] (p 64).

Por tanto, el "yo adquirido" es aquel que hemos incorporado a partir de las vivencias y las pruebas que la vida nos propone, el regido por los patrones adoptados y provenientes de nuestro entorno familiar y social. Es aquel yo que se construye para ser funcional en un mundo de materia, pero no tiene en cuenta aquello inmutable, las intenciones que provienen del corazón . La mente racional no puede dar respuesta al elemento translúcido, no lo puede reconocer y, de hecho, no le toca a ella hacerlo porque esta fuera de su control sensorial, material, lógico. Por esta razón, éste se convierte en una amenaza para la mente racional. Sin embargo, sí que podemos reconocerlo a traves de nuestra conciencia. 

Los pensamientos adquiridos provienen del entorno [es decir, los pensamientos dictados por "el secretario", tal y como el poeta lo nombra, haciendo alusión a la corrección, a la eficacia, al ganar las batallas del ego]. No obstante, el alma y el corazón construyeron una esencia sublime en nosotros mucho antes que nuestras ideas. La función del pensamiento es organizar y arreglar, una buena función en nuestra vida en sociedad, pero no tiene cabida  en la vida del corazón" (p.135).

En la recopilación de cartas del poeta aparecen también argumentaciones referentes a las leyes que actúan en el Universo tanto si somos conscientes de ellas como si no. A la vez, Gibran apela a la simplicidad de vivir si lo hacemos des de nuestra esencia, des de nuestra parte más genuína o auténtica: "El corazón es simple, May. Tu vives en mí y yo en ti" (p. 121).

"Te piden, May, que conviertas tu corazón y tu alma en prosa y poesía, en forma de versos y de muwashah [forma poética árabe] y que te vistas como se visten las diosas delante del altar [...] dirigiéndote al mundo encantado que se encuetra detrás de los mundos del pensamiento, de la ciencia, de la investigación y de la lógica [...] Y también te digo, que el secreto y el significado del tiempo restan ocultos dentro del corazón de las doncellas" (pp. 105-107).

"Usted, May, es una de las hijas del nuevo amanecer: entonces, ¿ por qué no despierta a los que duermen? Si usted reuniera a aquellas almas perdidas y desorientadas que son esclavas de la fuerza de la inercia, podría infundirles vida así como tambíén la aspiración de ascender hacia la cima de la montaña [...] Hágalo, May, y tenga por certeza que aquel que pone aceite a la lámpara, llena el hogar de luz " ¨pp. 83-84).

 

De esta forma, Gibran incita a su amada May a atrevirse a mostrar a través de sus versos aquello que nos anima por dentro, ya que cuando lo reconocemos, aquellos que nos acompañan lo reciben, lo notan aunque sea de manera inconsciente. 

Hay momentos en los que los confidentes hacen referencia a obras de arte. Es el caso de la siguiente cita, la cual aparece a raíz de la reflexión entorno a una pintura de Miguel Ángel, pero las palabras que desencadenan la admiración al artista las podemos hacer extensibles a la esencia de lo que somos: 

"La verdadera fuerza es hija de la ternura, y la flexibilidad es el vástago del verdadero propósito" (p. 127). 

Gibran interpela, de esta manera, al reconocimiento de nuestro poder interior como verdadera fuerza que nos permite adecuarnos, comprender, empatizar y moldearnos a las situaciones externas que la vida nos proponga, siendo ésta la forma de transcenderlas y no tanto el recurrir al uso de la fuerza que proviene de la rigidez o la autoridad entendida como imposición o abuso de poder.

 

"Yo amo a mi pequeña [ May], pero no sé mentalmente por qué la amo [...] Me dicen, May, que amo a todo el mundo. Sí, los amo porque son el espiritu de Dios, los amo como unidad; pero cada corazón tiene su Qiblah especial " (p. 135).

Esta es una de las citas que -releyéndola con el paso de los años- más capas de profundidad alberga en mí, ya que se pregunta el por qué sentimos amor hacia los seres que nos rodean.  ¿Qué nos hace desatar este sentimimento hacia otro ser? Cuál es la explicación mental, podemos llegar a ella? Ésta yace en la misma esencia que nos compone, ya que el amar nos nace, nos es innato. Y el hecho de sentir este vínculo especial con una pareja, un hermano, un amigo, es el reconocimiento en el otro del amor que somos. Por lo tanto, el amor se alimenta del espació en común que surge entre el otro y uno mismo, un espacio compartido que nos permite admirar y acceptar en el otro aquella parte de nosotros que todavía no sabemos reconocer.

 

"He alabado a Dios y le he agradecido la jornada y su duración porque, en el marco de este día, May, ha hablado mi lenguaje, me ha dado la mano y, de esta forma, yo he dado su mano a los que me han rodeado. Durante todo este día he podido ver a través de sus ojos [...] (p. 137).

"Oh, Diós, envía a May [tambíén refiriéndose a ella como Mary o Miriam] uno de vuestros ángleles para informarle que este servidor Vuestro vive en una ermita [ es con este término que Gibran ser refiere a su estudio en Nueva York] con muchas ventanas, a través de las cuales puedo observar manifetacions de vuestra Belleza, vuestra excelencia en todas las cosas y en todos los sitios [...] y que, sin duda, resto maravillado tanto delante de unos ojos negros como delante de unos azules " (p. 168).

"Pero volvamos al debate sobre sus ojos, May: ¿cómo están tus ojos? Sabe de corazón que la salud de sus ojos me interesa enormemente.

¿ Cómo lo puede dudar, cuando es con sus ojos que ve lo que yace oculto detrás del velo?" (p. 169).

 En estas tres últimas citas, el poeta libanés habla de Diós y del velo. La palabra "Díos" ha sido manipulada por las religiones y nos confunde. Diós está en nosotros, tal y como Gibran y tantas tradiciones espirituales narran. Diós está tanto en los ojos azules como en los negros, y la Naturaleza nos invita cada día a reconocerlo a través de la inteligencia perfecta que la gobierna, la misma que actúa dentro de nosotros. ¿Y por qué debemos atravesar un velo? Con él, el poeta insinúa que debemos traspasar el aparente peso de la materia, de todo aquello que se percibe con los sentidos y que parece tan denso y real respecto a lo intangible, que nos distrae y no nos deja observar y acceptar las corrientes de fuerza que la mueven.

 

Para terminar, la última cita que os comparto hace referencia al vínculo, al hilo invisible que entreteje las almas, al hilo rojo al cuál algunas culturas se remiten. En sus palabras, el poeta manifiesta su certeza entorno a la interconnexión entre almas y cómo estos vínculos van mucho más allá del marco espacio-temporal, ya que se han forjado fuera de él:

" Ni un solo hilo de los que conforman este vínculo fue tejido por los días y las noches que miden la distancia que separa la cuna de la tumba [...] Una complicidad tal nos traslada más allá del reino del día, y más allá del reino de la noche, más allá del tiempo, y más allá de la eternidad. Una tal emoción, May, supone profundos pinchazos de dolor que no desaparecerán nunca pero que nos son preciados, y que no cambiaríamos por ninguna gloria ni placer conocidos o imaginados " (p. 58).

Gibran escribió su última carta a May Ziadah un 17 de diciembre de 1930, y murió cuatro meses más tarde, a los 48 años de edad.

A través de esta muy breve incursión a su percepción del mundo se puede percatar cómo la belleza de sus palabras destilan la esencia del espíritu que nos une. Es así como su legado nos adentra hacia un pozo de sabiduría sin fondo al cuál merece la pena sumergirse a lo largo de nuestra vida.

 

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